Factores de confort humano y consumo energético en los edificios


Hace unas semanas fui invitado a impartir unas ponencias magistrales en Deusto. Llevo relativamente poco tiempo en la institución y me sentí agradecido por la oportunidad. La invitación venía enmarcada en el curso de Salud Sostenible dentro de los estudios de Medicina en Deusto. Para alguien como yo, acostumbrado a moverme entre físicos experimentalistas, ingenieros energéticos y arquitectos…esto era un nuevo contexto.

Pero no hay que olvidar una cosa: Los edificios tienen por objeto cobijar a los seres humanos y permitirles desarrollar sus actividades en un entorno protegido. Usan energía para garantizarnos un entorno confortable (idealmente la menor y más renovable posible). Y esto depende (mucho) de lo que consideremos confortable, y del entorno climático en el que nos encontremos.

Adicionalmente, los médicos y/o gestores de los sistemas sanitarios tienen mucho que decir en el diseño y operación de los hospitales…en los que operan.

Con todo ello, me pareció que la ponencia era una gran oportunidad. Para ordenar mis ideas en relación con la energía y el confort desde el punto de vista del usuario final, y para introducirme (aunque fuese muy poco) en el contexto sanitario.

Tuve la suerte de tratar con un grupo pequeño, pero participativo, y muy diverso grupo de estudiantes. Espero que les resultase de interés. Para el que tenga curiosidad, la presentación está disponible aquí.

Basé mi presentación en la biblia (ASHRAE Fundamentals), que en su capítulo 8 presenta (casi) todo lo que sabemos sobre confort. Aproveché para releerlo, complementarlo con la normativa ASHRAE y UNE/EN, y descubrir/indagar en la Ashrae global confort database.

En este sentido, tanto la base de datos de estudios de confort (no había tenido la oportunidad de indagar en ella suficientemente), como la herramienta de confort térmico (no confundir con global confort), fueron grandes descubrimientos.

En el ámbito de la energía, cada vez soy más partidario de explicar las cosas complejas con enfoques simples. Podrías decir “sencillo”, pero creo que “simple” es la palabra más adecuada: Un balance de energía, una clasificación climática, y un análisis por grados día. En este último punto, los gráficos de PRISM, dibujados hace más de 40 años son mis preferidos. Luego añado algunos de los que hemos trabajado más recientemente, pero más por amor propio que por necesidad.

El curso también buscaba introducir el concepto de adaptación (al cambio climático), y planteé algún caso de estudio basándome en la climatología de Bilbao. Para ello empleé la herramienta clima (nuevamente de Berkley). En una primera aproximación, el impacto del calentamiento climático en el consumo de energía se puede estudiar modificando la temperatura de referencia para el cálculo de los grados día de refrigeración. Igualmente, también para permitir la ventilación natural.

Con dos cálculos sencillos se ve claramente el impacto. Al menos para transmitir lo básico. Desgraciadamente, el cambio climático ya está aquí. Y pude ilustrar mi explicación con los datos del verano y otoño de 2022, anormalmente cálido en Bilbao.

En síntesis, me permitieron ordenar mis ideas en un contexto que no suelo trabajar, obligándome a revisar y actualizar algunos de mis conocimientos y referencias. Fue un placer.

Por si os interesa, dejo abajo las referencias principales: