La historia es cíclica y tenemos mala memoria


Llevo unos cuantos años trabajando en temas de District Heating. Víendo cómo podemos reducir las temperaturas de operación de estos sistemas y complementarlas con energías renovables (link a mi artículo en Calor Y Frío al respecto). De hecho, soy coordinador de un Proyecto Europeo en este ámbito.

Con lo cual, me resultó interesante el artículo de El País sobre los radiadores de Nueva York. En esta ciudad se opera uno de los mayores sistemas de District Heating, que de hecho sigue operando con vapor. Los sistemas con vapor trabajan a muy altas temperaturas y presiones, son caros de mantener y tienen pérdidas energéticas altas. Pero parecen adecuados para ciudades de muy alta densidad como Nueva York. Salvo por el periódico problema de las explosiones (al menos 12 desde 1987 a 2007).

Venteo de vapor en la red de DH de Nueva York. Fuente: Beyond My Ken, CC BY-SA 4.0 , via Wikimedia Commons

En el artículo se explica que los radiadores de Nueva York están ampliamente sobredimensionados, llegando a generar desconfort y obligando a los usuarios a abrir las ventanas.

Al parecer, se debe a un dimensionamiento excesivo de estos sistemas para mantener el confort en la época de la Gripe Española de 1919. En esa época, como ahora, se prescribió incrementar la ventilación de los edificios.

Alguien consideró que era conveniente considerar altas tasas de ventilación en el cálculo de cargas de los edificios. Y esto se trasladó a las especificaciones de ingeniería de los fabricantes e instaladores de calefacción de la ciudad.

Cien años después, nos encontramos con que han construido miles de sistemas sobredimensionados, más caros de construir y mantener, que generan disconfort y obligan en no pocos casos a ventilar para echar el calor a la calle. Con el consiguiente desperdicio de energía y dinero.

A su vez, debido a estos criterios de diseño, la propia red estará seguramente sobredimensionada, y tendrá muy difícil su evolución. Mientras que las redes de vapor se consideran de 1ª generación, muchas redes están planteándose una transición entre la 3ª y 4ª generación de sistemas de DH. El camino nunca es fácil, pero con potencias contractuales anormalmente altas, parece imposible.

Más allá del aspecto energético, saco dos lecciones relevantes del artículo:

  • El ser humano tiende a no ser especialmente crítico. Una vez definido un procedimiento, lo sigue a pies juntillas durante ¡100 años! Se acabó la Gripe Española, se reconstruyeron todos los sistemas de calefacción de la ciudad, se construyeron cientos de edificios,… ¡Y nadie cuestionó la especificación!
  • La historia es cícilica. En Nueva York tienen ahora sistemas sobredimensionados que permiten abrir las ventanas y ventilar en su crudo invierno. Con lo que este sistema les viene bastante bien para mantener el COVID (link a mi artículo sobre aerosoles en Calor y Frío) a raya.

No hay mal que por bien no venga.